top of page

Juan Pantoja y Diego Cárcamo Pérez Tagle, Inaga


David Cortés

 

Juan Pantoja es un saxofonista quien, además de ser parte de Flying Dub Quartet y Malaria Dancing Club, forma pate del circuito de improvisación libre  de la CDMX, así que es frecuente encontrarlo en diferentes ensambles creados ex profeso para la ocasión.

Recientemente puso a circular de forma independiente en bandcamp, un disco en colaboración con Diego Cárcamo Pérez Tagle (bajo eléctrico) bajo el título de Inaga, el cual está conformado por dos cortes, “uno por cara”.



Se trata de una aventura de más de media hora en donde el diálogo entre la gravedad del bajo y la melodiosidad del sax alto al comienzo de la placa suena mesurado. Ambos trazan una zona de delimitación, los parámetros por los cuales habrán de moverse y de inicio estos son de una relativa contención. El bajo es el pulso, señala la vida; el sax comienza a recorrer, a fluir, como si se tratara de la sangre que irradia el primero.

Este primer corte posee un input prudente, la energía no se libera abruptamente; al contrario, es como si el vapor saliera lenta, imperceptiblemente y elevara la temperatura… pero la tan ansiada explosión nunca llega. Como si se hubiera trazado un reto: no acelerar, mantenernos en una dinámica a medio tiempo, negarse a los exabruptos, a las manifestaciones violentas y en vez de ello andar con pasos muy lentos, escucharse, escuchar su interior, las venas dilatadas, los músculos en tensión. Por eso el nombre de “Sueños líquidos”, porque todo se escapa, diluye, esfuma y disuelve lentamente.

Juan Pantoja conoció a Diego Cárcamo Pérez Tagle (de ahí el C.P.T. de la portada) en la infancia. Un día se perdieron la pista y cuando se reencontraron, se sorprendieron que ambos estuvieran en los caminos de la música. “Diego ¾dice Juan Pantoja¾ es un un multiinstrumentista. Toca bajo, guitarra y hace cosas electrónicas, desde experimentación sonora, hasta DJ e ingeniería de audio. Sin embargo, su mayor instrumento es la voz, principalmente como cantante de ensambles, pero últimamente se ha metido fuerte  a la técnica vocal extendida”.



Juan Pantoja
Juan Pantoja

Inaga nació circunstancialmente. El saxofonista cuenta de su génesis: “Uno siempre explora y busca sonidos y mentes abiertas a la creación y sobre todo a la experimentación; Diego es un joven con ganas de hacer cosas, pero ya sabes, siempre los que llevan o llevamos más tiempo luego no hacemos el espacio para ellos. Desde que nos reencontramos fue a un par de mis conciertos y tuvimos muchas pláticas  que me hacían saber de su interés por la experimentación, la improvisación y el free jazz. Charlábamos por largos ratos y siempre estuvo latente el famoso ‘hay que hacer algo’, que la mayoría de las veces no pasa”.

Prosigue: “Finalmente, en una reunión en su casa, a mitad de una plática de música, nos alejamos de la muchedumbre y me invitó a pasar a su pequeño home studio. Primero me mostró algunos tracks que tenía en su computadora, después sacó un bajo (hasta ese momento supe que lo tocaba), se conectó y se puso a tocar. Me gustó mucho lo que escuché y lo acompañé, tuvimos la fortuna de que me microfoneó y estuvimos cerca de una hora tocando sin parar. Al finalizar le pedí que me pasara los tracks que grabó, cuando llegué a casa los puse en el Logic de mi computadora y me gustó mucho lo que escuché, terminé haciendo una mezcla y master del trabajo y no se desperdició prácticamente nada de la grabación y salieron este par de tracks que se me hicieron hermosos, se los mandé y le propuse subirlos en formato de disco a bandcamp y fin de la historia”.



Diego Cárcamo Pérez Tagle
Diego Cárcamo Pérez Tagle

La “cara B” de Inaga la ocupa “Susurro disonante” y aquí el disco se torna un poco más experimental, sobre todo por el rol que desempeña Juan Pantoja, empecinado en hacer sonar su saxofón de una forma que no le había escuchado antes; el bajo mantiene esa presencia pulsante, pero muy discreta, cual si la presión del track fuera baja, apenas con el registro necesario para mantenerse vivo. Sin embargo, no se crea que el bajo está completamente al servicio de Pantoja, lo suyo son las atmósferas y por tanto su presencia no es intrusiva. A medio corte, entramos en un periodo de decaímiento, el pulso es mínimo, suficiente para no decretar la alarma; tal vez en otro instante sonaría el pitido de alerta,  pero los signos vitales son los necesarios y si bien se agiliza al final, el tono es de una calma chicha.

Acerca del nombre, dice Pantoja: “El nombre fue tan orgánico como la grabación, no teníamos claro darle uno, así que hicimos una locura juvenil, juntamos los nombres de nuestras parejas, Ina y Gabriela: INAGA. Nos gustó mucho el sonido, se escuchaba místico y fuerte, después buscamos su significado astrológico y resultó interesante: I: impulsos efímeros, apasionados;

N: habilidades analíticas; A: firmeza, audacia , el núcleo que da la semilla y lo que se cosecha; G: ayudan a dar a conocer información sobre su ser interior. Nos gustó y se quedó”, concluye el saxofonista.



Comments


Suscríbete a Nuestro Newsletter

  • Instagram
  • Facebook
bottom of page